viernes, 9 de agosto de 2024

Comunicado 10 de agosto de 2024. La Granja (Segovia).

Texto completo del comunicado leído en La Granja el día 10 de agosto de 2024.


LA CAUSA PALESTINA ES LA CAUSA DE LA HUMANIDAD

Han pasado 308 días el comienzo de la agresión israelí sobre la Franja de Gaza y nadie es capaz de predecir cuanto tiempo más durará la agonía de los palestinos encerrados en ese inmenso campo de concentración a merced de los obuses israelíes.

 La destrucción sistemática de las infraestructuras vitales, especialmente las referidas a los suministros de agua y electricidad, así como la red de saneamientos, unida a la escasez dramática de suministros esenciales para la vida, está provocando un caos calculado y de consecuencias dramáticas para la población, especialmente para la mayoría de los niños/as que ven conculcados por el agresor los derechos que la comunidad internacional les tiene reconocidos. Nueve de cada diez niños de Gaza carecen de la alimentación suficiente, 50.000 de ellos sufren desnutrición aguda, habiéndose producido casos de muerte por esta causa y el agravamiento de enfermedades preexistentes. El agua, como los alimentos, se ha convertido en arma de guerra en manos de Israel.

 No hay que olvidar que los suministros internacionales de alimentos y ayuda humanitaria están siendo ralentizados e incluso boicoteados con la participación de ciudadanos israelíes y la complicidad del ejército para impedir que lleguen a sus destinatarios.

 


Como era de esperar se han multiplicado las infecciones que afectan muy especialmente a la infancia. La Franja de Gaza ha sido declarada “zona epidémica de polio”, como también de hepatitis (100.000 casos). Todo a consecuencia de la destrucción premeditada y sostenida en el tiempo por el ejército israelí de las mínimas condiciones de vida saludable para la hacinada población de Gaza.

Las cifras referentes a la magnitud de la tragedia no cesan de crecer, aunque siguen siendo provisionales.  El balance a 6 de agosto es de 39.480 asesinados en Gaza y 604 en Cisjordania y Jerusalén, de los que se tenga constancia documental, de ellos casi 16.300 eran menores de edad. A ellos hay que sumar 96.678 heridos prácticamente abandonados a su suerte y sin medicinas.

En las cárceles israelíes se tortura a los presos palestinos retenidos sin cargos, se les somete a tratos inhumanos y degradantes y a violencia sexual, algo que era sistémico en los centros de detención desde decenios. 60 presos palestinos han muerto en ellos desde el 7 de octubre.

 

Todos estos horrores que está provocando la invasión de la Gaza se sustentan en varias coartadas legitimadoras que los gobiernos occidentales aceptan sin sombra de duda. Una, la principal, es el derecho a la legítima defensa que esgrime Israel tras los hechos del 7 de octubre pasado. Por muy traumáticos que fueran para la población israelí por la violencia indiscriminada sobre civiles, no puede entenderse si se aíslan de su contexto de reacción desesperada a décadas de ocupación y colonización de la Palestina histórica, en medio de la indiferencia internacional y el reconocimiento implícito de los hechos consumados, que condenaba al pueblo palestino a la invisibilidad y a la aceptación por la fuerza de su subordinación, como nuevos parias en el Estado de Israel o la expulsión definitiva de sus tierras ancestrales.

 


Un segundo argumento para hacer más digerible el insoportable número de víctimas civiles, es la omnipresencia de elementos de Hamas en todos y cada uno de los lugares atacados, ya sean edificios de viviendas, universidades, escuelas (con especial referencia a las de la UNRWA, Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos), mezquitas, iglesias, hospitales..., sin olvidar la multitud de infraestructuras cuya destrucción va a hacer imposible la recuperación de la normalidad en Gaza por decenios. Siempre sustentados por lasinformaciones que proporciona el propio ejército de Israel, y que están siendo desmentidas por multitud de pruebas documentales que acreditan que cualquier palestino es objetivo de guerra y sus soldados tienen libertad para hacer uso de sus armas sin limitaciones.

 “No hay inocentes en Gaza, todos son culpables, hay que aniquilar toda Gaza. No habrá victoria hasta que aniquilemos Gaza”, David Portal comandante del ejército sionista. Lo mismo que declaró el exministro de Defensa israelí el ultranacionalista Avigdor Lieberman.

El cinismo del gobierno israelí ha alcanzado una cota más si cabe al conminar a la población de Gaza a trasladarse forzadamente a supuestas zonas humanitarias en plazos de tiempo muy reducidos, y sin condiciones mínimas de habitabilidad, designadas así unilateralmente por el ejército israelí, si no quieren correr el riesgo de perder la vida. Zonas “seguras” que el propio Israel viola cuando lo considera conveniente sembrando el caos y el desconcierto entre una población desamparada que ya lo había perdido todo. Estas órdenes de traslado obligatorio se han producido periódicamente de forma que los que en algún momento se podrían haber sentido seguros han tenido que emprender de nuevo la huida. ¡¡¡¡¡¡¡En Gaza las tres cuartas partes del territorio son consideradas por Israel como zonas de combate, en el resto debería hacinarse la población civil!!!!!!!

Israel, con el soporte diplomático y la complicidad de EE. UU., utiliza las supuestas conversaciones para conseguir una tregua yevitar el deterioro de su imagen internacional mientras sigue operando y acentuando su ofensiva sin importarle la pérdida masiva de vidas.

Alguien con conocimiento de causa podría plantearse si nuestras sociedades occidentales no están sumergidas en el mismo proceso hacia el fascismo que nuestros antepasados de hace unas pocas generaciones. La brutalidad sin límites de la agresión israelí contra una población carente de cualquier recurso defensivo homologable al del ejército agresor, el uso de todos los medios que la tecnología proporciona para segar vidas humanas, y que explica como su uso irrestricto ha logrado acabar en solo diez meses con la vida de tantas personas, se está convirtiendo en el gran dilema moral para las élites políticas y para los ciudadanos de nuestro primer mundo (¡).

El relativismo moral que presupone que todas las vidas no tienen el mismo valor nos hace mirar con indiferencia a los migrantes que mueren en el mar o a los palestinos a los que un estado y un ejército brutalizados están matando sin piedad. Mientras no seamos capaces de parar esta espiral de muerte y deshumanización, que nos está arrastrando también a nosotros, no deberíamos cejar por todos los medios para conseguir que esta sinrazón termine. Sin duda en Gaza está en juego una parte importante de nuestro futuro y de la posibilidad de conseguir sociedades más justas e iguales.

Israel no podría cometer los crímenes que está perpetrando en Gaza sin el apoyo implícito y explícito de los países que dicen defender principios y valores como democracia, libertad, derechos humanos. Una legitimidad moral que en Gaza está mostrando su verdadero rostro: la falacia que sirve para ocultar una política descaradamente neocolonial que tiene en Israel la cabeza de puente necesaria para defender sus intereses geoestratégicos en Oriente Medio, en complicidad con la mayoría de los regímenes árabes para los que Palestina es un problema que ya no les vincula existencialmente.

No deberíamos seguir permitiendo que un país como el nuestro siga manteniendo activo el comercio de armas con Israel, tampoco que se le normalice diplomáticamente y mucho menos que se mantengan lazos comerciales, académicos de seguridad y defensa con empresas e instituciones sionistas que apoyan las políticas de apartheid, apropiación de tierras palestinas y genocidio.

Como ciudadanas/os tenemos un papel clave que jugar en estos momentos, negándonos a normalizar políticas de complicidad con el exterminio y el cinismo y doble vara de medir que afecta a los gobernantes del bloque occidental (USA, EU, Canadá, G.B…) poniéndonos del lado de los pueblos oprimidos como el palestino y denunciando el recurso a la guerra para hacer prevalecer la razón del más fuerte.

Salgamos a la calle, gritemos, denunciemos la mentira y la inhumanidad. La colaboración de todos es imprescindible, cada uno cuenta en este empeño común por conseguir que la justicia la igualdad y la libertad no sean frases vacías en manos de falsarios y el horizonte de un mundo nuevo sea posible.

Sin duda hoy la causa de la humanidad es la causa del pueblo palestino.

¡VIVA LA LUCHA DEL PUEBLO PALESTINO Y LA LUCHA DE TODOS LOS PUEBLOS POR LA LIBERTAD!

 



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